
Certo, io sono italiana, italiana della parte dell'ovest, d´una regione iamada Valentia. Ahora sé lo que hace tiempo sospechaba: que Valencia es una provincia italiana. Que no te despiste el arrós en fesols i naps o la orxata y los fartóns, aquí también se lleva el calzone de marca, a ser posible regalado, y votar reiteradamente al macarroni corrupto.
Llámalo fanfarronería. Llámalo sentido del humor. Llámalo estupidez congénita.
Y es que el valenciano se caracteriza mayormente por su espíritu contradictorio y su espíritu fallero, que viene a ser lo mismo, crear y quemar, crear y quemar, crear y quemar. Y, cómo no, por su gran sentido del humor.
Aquí convive lo casposo con lo kisch, lo conservador con lo cosmopolita. No en vano esta ciudad ha sido capital de la República, escenario principal de un golpe de estado, encuentro de familias papal y la única en otorgar unos premios a los mejores actores porno.
Tenemos sentido del humor, sin duda.
Aquí, ningún caso de corrupción o de financiación ilegal de partido pasará factura electoral, y si la pasa, será siempre en B. Ya lo dijo el pirata del parche en el ojo, el bucanero Fabra: a la gente lo que menos le importa es si somos inocentes o culpables. ¿tiene guasa o no?
Hemos asimilado con rigor las costumbres de nuestro país de adopción, y entre ellas, cómo no, la mafia. SuperCosta osea y Rambla se regalan viriles abrazos de hermano, mientras con disimulo se vigilan las espaldas de sus trajes Milano. Y comen spaghetti a la boloñesa sobre el mantel a cuadros rojos y blancos, sentados siempre de cara a la puerta.
Dicen las malas lenguas que es el antiguo capo Zaplana, el que en la sombra mueve sus largos tentáculos para vengarse de Camps, del pobre Camps que no hay día que no se lamente por esos tres malditos trajes, lo mismo que Al Capone se lamentaba entre rejas por no haber pagado esos malditos impuestos.
Decía Benigni, ese cómico de la provincia vecina, que Berlusconi es el mayor clown, que con él tiene mucha suerte: basta con repetir lo que dice para tener un espectáculo redondo.
Aquí también tenemos suerte, no nos falta inspiración.
No seremos los reyes de la transparencia, por mucho que llueva, pero aún podemos ser los reyes de la comedia.
